Caso nº 8002986 - El ladrón de consoladores
Me gusta que me metan semen en la vagina, pero mi novio no quiere hacerlo porque no quiere dejarme embarazada. Mis fantasías se volvieron tan intensas que decidí tomar cartas en el asunto y meterme en el coño el consolador más grande y grueso que pudiera encontrar. El problema es que no tengo dinero, y los consoladores son caros, pero me excitaba tanto la idea que no podía echarme atrás. Un policía me llevó a comisaría y, en cuanto salió de la habitación, escondí el consolador dentro de mi vagina. Joder, qué bien me sentí. Cuando volvió, se dio cuenta de que escondía algo, así que me hizo quitarme toda la ropa y el consolador cayó de entre mis piernas. Le expliqué mi situación, y sacó su polla dura, dispuesto a ayudarme a hacer realidad mis sueños.