El efecto Abigaiil
Hoy, el aparcamiento se llena de vida con el zumbido eléctrico de los compradores potenciales, el vibrante baile de las banderas de colores y el incesante aleteo de nuestra mascota hinchable, que atrae a todo el mundo. Pero no son sólo los coches los que atraen las miradas, sino también la visión de Abigaiil Morris, una zorra con unas curvas tan peligrosas que podrían provocar una colisión. Jesús Reyes, un vendedor con ojo para la belleza y hambre de lo ilícito, no puede evitar el canto de sirena de sus caderas contoneantes y el destello de fruta prohibida entre los coches.La conversación echa chispas, encendiendo un fuego al que ninguno de los dos puede resistirse. Abigaiil, con un brillo diabólico en los ojos, cae de rodillas allí mismo, en el aparcamiento, y el mundo que les rodea se desvanece en un borrón. Desata su energía desencadenada sobre la impresionante longitud de Jesús, sus labios un sello de pecado alrededor de su grueso eje. Sin saberlo, se revelan a otro agente de ventas, el enigmático Yeri Blue, pero en lugar de dar la voz de alarma, Yeri se ve arrastrado a la red de lujuria, con sus propios deseos despertados por la exhibición que tiene ante sí. El trío se retira al interior, donde comienza la verdadera diversión. En la santidad de la oficina, Jesús y Yeri se turnan sobre el cuerpo de Abigaiil, mientras sus grandes tetas naturales rebotan con cada embestida, la polla negra de Jesús la reclama una y otra vez hasta que ambos se descargan sobre sus enormes tetas.