O te sigo jodiendo la cabeza, o me jodes tú a mí
La madre de Octokuro se ha vuelto a casar recientemente. Su nuevo marido tiene un hijo superguapo en el que no puede dejar de pensar. No importa que ahora sean hermanastros, él está bueno y ella lo desea. Cuando están solos, entra en su habitación mientras él estudia. Empieza a flirtear con él, pero él la ignora por completo. Acostumbrada a conseguir al chico que quiere, Octokuro se siente decepcionada, pero no desanimada. La experiencia le ha enseñado que en las raras ocasiones en las que un hombre no responde a su flirteo, el atuendo adecuado siempre cierra el trato. Al volver a su habitación con un atuendo tan guarro que él no puede evitar fijarse en él, sabe que es todo suyo. Por supuesto, tiene razón. No puede apartar los ojos de sus grandes tetas. Su hermanastro está listo para hacer realidad sus fantasías familiares y se mete entre sus piernas para comerle el coño. Cuando saca la polla, ella se lleva una grata sorpresa. Es más grande de lo que imaginaba y una de las más grandes que ha visto nunca. Eso le viene muy bien y se pone a chuparla, decidida a darle a su hermanastro la mejor mamada de su vida. Una vez que lo tiene listo, se agacha y le invita a penetrarla por detrás. La gran polla la llena y ella se siente a punto de correrse en unos pocos golpes. A él le encanta su atuendo de zorra y se la folla como a una puta traviesa. La agarra por la garganta, haciendo que se corra sobre su enorme polla. Viendo que ella está dispuesta a todo, le mete la polla en el culo y la perfora hasta que le pide que se la meta en la cara. Ambos han encontrado un compañero perfecto para largas noches de sexo caliente y sucio.